En pleno corazón de la zona norte de Madrid, la Hípica La Moraleja y Pony Club se ha consolidado como un centro de referencia para la enseñanza ecuestre, especialmente en la disciplina de salto. Con más de 70 animales, entre caballos y ponis cuidadosamente seleccionados y entrenados para convivir con niños, el centro ofrece una experiencia completa que va más allá de montar. Aquí se respira un ambiente familiar, donde el bienestar animal, la pedagogía y la pasión por los caballos se combinan con la competición de alto nivel y una metodología respetuosa.
Al frente está Leticia Rodríguez Mesonero-Romanos, una ingeniera informática reconvertida en directora ecuestre, que encontró en la hípica su vocación definitiva. En esta entrevista, nos habla de la filosofía de la escuela, su metodología de enseñanza, la importancia del vínculo con el animal y de cómo los niños y adultos que se acercan a este deporte descubren mucho más que una actividad al aire libre.
P: ¿Cómo describirías en pocas palabras la filosofía de la escuela?
R: Nosotros tenemos perfiles muy diversos. Viene gente que toma clases extraescolares una o dos veces por semana, otros que tienen su propio caballo para montar y disfrutar de la hípica más a fondo. La mayoría son niños, que montan en ponis o caballos, principalmente enfocados al salto. Aunque también damos clases de doma clásica y juegos tipo ‘Pony Games’ y precompetición.
P: ¿Qué tipo de formación ofrecéis y para qué niveles?
R: Ofrecemos clases para niños desde los cuatro años hasta adultos. Además, tenemos actividades esporádicas los fines de semana: paseos, clases privadas de media hora… Algunas familias vienen sin compromiso, solo a pasar el día, mientras los niños prueban con un par de clases privadas para ganar confianza. Luego, si les gusta, pueden entrar a grupos de todos los niveles, incluidos adultos. Por las mañanas, por ejemplo, vienen adultos que nunca han montado. Es un deporte que desconecta mucho: estás centrado en los animales, en el campo, te olvidas del día a día. Nuestra oferta es amplia y no exigimos ni un nivel mínimo ni una edad concreta.

P: ¿Cuál es el perfil típico de vuestros alumnos?
R: Hay un poco de todo. Niños a los que siempre les han gustado los caballos, padres que quieren que sus hijos aprendan, y luego se va viendo si se involucran más y deciden tener su propio caballo o poni. Pero no es obligatorio: venir a montar no significa que tengas que comprar uno.
P: ¿Qué importancia tienen la ética y el bienestar animal en la escuela?
R: Para nosotros es lo más importante. El bienestar del animal está por encima de todo. Los caballos y ponis están acostumbrados a los niños y no tienen reacciones feas, pero no dejan de ser animales. No se castiga: lo primero que hacemos si un poni tiene un comportamiento diferente es llamar al veterinario, por si hay un problema físico. Solemos acertar. Además, tenemos un equipo de competición que este año ha tenido mucho éxito: hemos ganado cuatro medallas de oro individuales en la Comunidad de Madrid, dos medallas de oro y tres de plata por equipos en el Campeonato de España y también oros y platas por equipos en categoría de escuela, que es para niños que no no compiten en campeonatos oficiales.

P: ¿Qué diferencia a La Moraleja de otras escuelas hípicas en la región?
R: La calidad. Tenemos más de 70 animales muy buenos y muy cuidados. Los profesores también tienen un nivel alto, y somos muy perfeccionistas. Nos importa que los alumnos evolucionen aprendiendo lo que es la equitación desde el amor al animal, no como una obligación o un trabajo. Para los niños, los ponis son como compañeros, y cuando tienen que cambiar de categoría y vender su poni, lo viven como la separación de su mejor amigo. Intentamos que puedan seguir viéndolo en la hípica.
P: ¿Qué metodología seguís para enseñar a los más pequeños?
R: Siempre diferenciamos niveles. En iniciación, usamos ponis tranquilos y trabajamos desde el juego y la confianza. Al principio impresiona subirse a un animal que se mueve, así que comenzamos cepillándolo, acariciándolo… hasta que cogen confianza. Los profesores hacen juegos, cantan, salen al campo a buscar conejos, hacen ‘pilla-pilla’. Luego ya vienen las técnicas: posición, figuras en pista, etc.
P: ¿Qué papel juega la psicología del jinete en vuestra formación?
R: Este año hemos empezado a trabajar con una psicóloga deportiva para el equipo de competición de Madrid y España, y ha sido un acierto. No dejan de ser niños, y estar sobre un animal al que no controlas del todo genera nervios. Les ayudamos a gestionar el miedo, los triunfos, las derrotas, la respiración… Hay niños que se concentran muchísimo. No todos tienen que tener objetivos elevados, pero sí ganas de mejorar.
P: ¿Utilizáis nuevas tecnologías o enfoques innovadores en la enseñanza?
R: Estamos empezando a informatizar reservas y recuperaciones de clase. Antes todo era por teléfono o WhatsApp. Este año hemos probado un sistema y ha funcionado bien. Queremos seguir avanzando en ese sentido. También estamos digitalizando procesos como la alimentación y limpieza de los caballos, para llevar un mejor control.
P: ¿Cómo empezó tu relación con los caballos y la equitación? R: Empecé a montar con siete años en este mismo club. A mi padre le gustaban los caballos y tanto él como mi madre me ayudaron mucho hasta llegar a nivel de competición. A los 14 años empecé a ayudar dando clases a niños pequeños aquí, y desde entonces no paré. Soy ingeniera informática y mientras trabajaba en Telefónica, seguía dando clases por las tardes. En 2004, tras cinco o seis años enseñando, me ofrecieron la dirección de la escuela.
P: ¿Qué te motivó a dedicarte profesionalmente al mundo ecuestre?
R: Al principio no lo tenía claro. Telefónica es una muy buena empresa, pero tras siete años me di cuenta de que lo mío era esto. Es mi pasión.
P: ¿Cuál ha sido el mayor reto como directora?
R: Poder ofrecer a las familias del norte y centro de Madrid una opción cercana, de calidad, donde se transmita el amor por los animales, la disciplina y el disfrute de la naturaleza. Quiero que los niños se formen en valores.
P: ¿Cómo ves el estado actual de la equitación en España?
R: No ha hecho más que crecer en los últimos años. Después de la pandemia, mucha gente buscó deportes al aire libre y descubrió la equitación. Es un deporte que engancha.

P: ¿Crees que hay suficiente apoyo institucional al deporte ecuestre?
R: Siempre ha sido visto como un deporte caro. La competición sí lo es, pero practicarlo no más que esquiar o jugar al pádel. Las instituciones nos apoyan: el Ayuntamiento de Alcobendas, la Federación Madrileña y la Española.
P: ¿Cómo ha cambiado la percepción pública sobre la hípica en los últimos años?
R: Mucho. Con todos los eventos en Madrid y España, la gente se está involucrando más. Se celebran competiciones importantes como la Longines Champions Tour, el Campeonato de Europa en Galicia, el tour de invierno en Vejer… cada vez más gente asiste y eso genera afición.
P: ¿Qué proyectos tenéis a corto y largo plazo?
R: Estamos en remodelación constante. Este año organizamos el Trofeo La Moraleja de ponis por partida doble. En abril fue un éxito y en octubre esperamos que igual. Estos eventos suponen mucho trabajo, pero con ayuda de patrocinadores y redes sociales lo vamos sacando adelante.
P: ¿Hay alguna experiencia o historia con alumnos que te haya marcado?
R: Todas las medallas son importantes, pero recuerdo con especial cariño cuando acompañé a la dueña de la hípica, Noelle Bayarri, a tres campeonatos de Europa de veteranos representando a España. O el año que ganamos las cuatro categorías en la Comunidad de Madrid. También me marca el día a día: ver la sonrisa de los niños y su progresión es lo más bonito.
P: ¿Qué consejo le darías a alguien que quiere comenzar en la equitación?
R: Que se anime sin dudarlo, pero que busque un centro especializado. A veces hay malas experiencias por alquilar caballos sin monitor, en sitios poco adecuados. Es importante elegir bien.