Gonzalo y Natalia Inclán están al frente del Liceo Europeo, un colegio privado e internacional con más de cuarenta años de historia situado en La Moraleja. Fundado en 1982, el Liceo ha pasado de ser un pequeño centro rodeado de campo y chalets aislados a convertirse en una referencia en innovación pedagógica y formación internacional.
Con más de 1.200 alumnos, una oferta educativa plurilingüe y un enfoque centrado en el alumno, el colegio combina una exigencia académica elevada con una atención personalizada y un entorno natural privilegiado. En esta entrevista, sus directores nos hablan de la evolución del centro desde sus orígenes hasta la actualidad.
Con ellos conversamos sobre el legado que les dejó su padre, su visión de la educación, la importancia del entorno humano, el papel de la salud mental, la innovación metodológica, y el delicado equilibrio entre mantener unas raíces sólidas y ofrecer una formación global.
¿Cómo nació el Liceo Europeo?
GONZALO (G). El Liceo Europeo se fundó en 1982. En ese momento, se decidió abrir un nuevo centro en La Moraleja, en un entorno prácticamente rural. Había pocas viviendas, apenas chalets, y el paisaje estaba dominado por campo abierto y ovejas. Era estar en las afueras de Madrid. Se empezó con un edificio pequeño y alrededor de 100 alumnos. Fue un inicio muy modesto, pero con una clara intención pedagógica.
NATALIA (N). Era una escuela pequeña, que luego pasó a estar dirigida por nuestro padre. El Liceo Europeo nunca fue un colegio tradicional, sino un espacio donde se respetaba el ritmo y la individualidad de cada alumno.
¿Cómo fue el proceso de crecimiento del colegio?
(N). A lo largo de los años el colegio fue creciendo de forma progresiva. En 2001, cuando contaba con unos 900 alumnos, se dio un cambio generacional. Nuestro padre comenzó a retirarse y nosotros asumimos la dirección, dividiendo responsabilidades y asegurando una transición natural. Desde nuestra llegada, comenzamos a reforzar la proyección internacional del colegio, con más idiomas, más actividades extraescolares y la implantación del Bachillerato Internacional.
(G). Mi padre tenía una visión muy clara, inspirada en la Institución Libre de Enseñanza: que los alumnos aprendan descubriendo, haciendo, no solo memorizando. Aquí los libros de texto no son el centro, y no se trata de completar frases, sino de pensar, cuestionar y construir conocimiento.
¿Cómo definen su propuesta pedagógica hoy?
(N). Es un modelo basado en el respeto profundo a cada alumno. Cada niño tiene su lugar, su ritmo y su espacio. Aquí no se uniformiza, se potencia lo que cada uno es. La enseñanza parte de la relación personal, del vínculo con el profesor. No hay deberes hasta sexto de Primaria porque creemos que el trabajo debe hacerse en clase. Los niños se implican, trabajan mucho y aprenden con sentido. A las familias les sorprende al principio, pero cuando asisten a tutorías, entienden que no se trata de falta de exigencia, sino de una metodología distinta.
(G). Disponemos de medios: profesor por cada 12 alumnos, orientación personalizada, seguimiento emocional. Podemos detectar cualquier dificultad y actuar con rapidez.
¿Qué tipo de familias escogen el Liceo Europeo?
(N). Hay tres perfiles principales. Algunos eligen el colegio por su pedagogía y propuesta educativa; otros llegan buscando un entorno internacional; y también hay muchas familias que vienen por referencias personales. Nuestro alumnado es muy diverso, procedente de toda la Comunidad de Madrid, tenemos más de 20 rutas escolares, y de distintos países. Aunque somos un colegio internacional, mantenemos muchas costumbres culturales españolas. Aquí se come lentejas y se celebra la cultura local.
(G). La mayoría son familias profesionales, que trabajan mucho y valoran un entorno donde sus hijos estén bien atendidos y aprendan. Es un público con altas expectativas, lo que nos obliga a estar a la altura. Pero cuando las familias ven que sus hijos están felices y aprenden, se genera una dinámica muy positiva. El vínculo es clave.
¿Qué papel tienen las actividades extraescolares y los campamentos?
(N). Son una parte fundamental. Tenemos más de 40 actividades, muchas de ellas deportivas. Baloncesto, natación, voleibol… Todo se integra en la jornada escolar y se extiende por las tardes. Los campamentos de verano también son muy importantes. Cada año recibimos más de 2.000 niños, y el 85% no son del colegio.
(G). Los campamentos se celebran en un entorno natural, con árboles, tirolinas, actividades acuáticas, cocina, karts… Todo en inglés y actividades adaptadas desde los 2 años.
¿Cómo trabajan la innovación educativa?
(N). La innovación está en el ADN del colegio. Cambiamos cosas constantemente, enviamos a nuestros profesores a formarse, escuchamos a las familias. Los padres también proponen ideas. Hay mucha autocrítica, mucha apertura. Innovar no es solo usar tecnología: es replantearse las formas de enseñar, pensar en cómo aprenden mejor los alumnos y adaptar los métodos.
(G). En tecnología, estamos muy avanzados. Pero nunca hemos sustituido el lápiz y el papel. Durante la pandemia del covid, en 24 horas nos convertimos en colegio online. Ya teníamos ordenadores, sistemas digitales y formación previa, así que la transición fue inmediata. Pero seguimos defendiendo el equilibrio: tecnología sí, pero no como reemplazo de lo esencial.
¿Qué tipo de relación mantienen con las familias?
(N). Muy cercana. No tenemos una asociación de padres como tal porque la comunicación es directa y constante. Por ejemplo, organizamos desayunos con padres y madres.
(G). Al final, somos una gran familia. Conocemos a los antiguos alumnos, seguimos en contacto con ellos y sus familias. Y muchos de ellos han traído a sus hijos.
¿Cómo integran distintos sistemas educativos?
(N). Trabajamos con varios sistemas. Cada uno tiene sus fortalezas. Hay alumnos a los que les va mejor el Bachillerato Internacional, otros se adaptan mejor al sistema español. Lo importante es tener flexibilidad para ofrecer lo mejor a cada uno. El objetivo es prepararles bien, en lo académico y en lo personal.
¿Cómo se atiende la salud mental?
(N). Conocemos a nuestros alumnos por su nombre y también a sus familias. Desde el aula se atiende el lado emocional. Tenemos equipos de orientación que trabajan de manera cercana.
¿Qué visión tienen del futuro del colegio?
(N). Cada año renovamos algo: espacios, metodologías, servicios. Aunque llevamos más de 40 años, cuando entras parece un colegio nuevo. Nos adaptamos al presente sin perder de vista el proyecto educativo original. Hemos crecido sin perder la esencia. La esencia sigue intacta, pero todo lo demás se transforma.
(G). Hemos aprendido incluso a ser colegio electoral, montando todo en un domingo y adaptando espacios. El colegio está vivo y sigue siempre en evolución.
